Seis malas razones para casarse

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Angustia por la soledad, embarazo imprevisto, miedo a causar dolor… El matrimonio es un compromiso tan grande, con todo el ser y para toda la vida, que no puede fundarse por las razones equivocadas, pues esto conduce, tarde o temprano, a la decepción

¡Hay muchas buenas razones para casarse! El deseo mutuo, las ganas de formar una familia, la promesa de tener un cómplice en los momentos de alegría y un apoyo en los momentos de tristeza, la voluntad de hacer feliz al otro, la posibilidad de dar, a través del sacramento del matrimonio, un lugar a Cristo en el corazón mismo de la pareja…

Pero también, hay malas razones que conviene identificar antes de lanzarse a la gran aventura del matrimonio. Porque de ese discernimiento deriva la alegría de la vida conyugal. Adelaida y Michel Sion, animadores de las sesiones de preparación al matrimonio «Construir su casa sobre la roca», recogen algunas de estas malas razones.

1 Miedo a causar dolor

Aunque este sentimiento pueda parecer loable a primera vista, no tiene nada que ver con el compromiso que exige el matrimonio. No nos casamos para complacer a nuestro prometido o a nuestra familia. Además, el daño infligido será mucho más doloroso si se produce un divorcio años más tarde.

Si no nos sentimos preparados para amar al otro tal y como es durante toda la vida, es necesario superar el miedo y romper el compromiso, por difícil que sea. Hay demasiado en juego como para comprometerse sin estar totalmente convencido.

2 Miedo a quedarse soltero

pareja- familia

Los años pasan y la soltería, dolorosamente, continúa… «El miedo a quedarse solo puede llevar a casarse con la primera persona que se encuentra, sin el discernimiento suficiente», observan Adélaïde y Michel Sion. No es bueno que el hombre esté solo, pero no nos casamos solo para evitar quedarnos solos. «Una forma de prepararse para el matrimonio es aprender a ser feliz estando solo», aconseja la pareja de animadores.

3 Deseo de afirmarse o emanciparse

A veces también se quiere casarse a toda costa para abandonar el hogar familiar, escapar de unos padres autoritarios o con los que no se lleva bien. Es también una forma de demostrar a los demás que se es digno de ser amado. Otra mala razón es querer casarse antes que los hermanos o hermanas menores. Todas estas motivaciones dan lugar a un discernimiento precipitado, sesgado por razones que no perdurarán en el tiempo.

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4 Embarazo imprevisto

Por miedo al escándalo o por el deseo de ofrecer a un niño llegado demasiado pronto unos padres unidos, algunas parejas se casan sin haberlo meditado detenidamente. «Es mejor esperar al nacimiento del bebé para tomar una decisión meditada con calma y serenidad: el bebé no es el único motivo para casarse», aseguran Adélaïde y Michel Sion.

5 Casarse por compasión

pareja invisible

Como buen «san Bernardo», tal y como son las personas siempre dispuestas a dedicarse a los demás, puede ocurrir que se quiera casar para «salvar» al otro, o al menos para ayudarlo. Se trata de una concepción errónea del matrimonio. «Aunque la compasión es un sentimiento muy noble, un matrimonio así está condenado al fracaso, tanto como unión conyugal como obra de caridad», afirman los acompañantes matrimoniales.

6 Remedio para los trastornos psicológicos

Algunas personas que padecen trastornos psicoafectivos (depresión, bipolaridad, esquizofrenia…) pueden pensar que el matrimonio por sí solo será un remedio. Para Adélaïde y Michel Sion, esto es una ilusión. «Por el contrario, deben tener en cuenta la grave injusticia que pueden cometer con su pareja, que desconoce la verdadera situación», subrayan.

En algunos casos, la enfermedad no se oculta, el cónyuge está al corriente y surgen hermosas historias de amor. Pero cuando la enfermedad se oculta deliberadamente con el fin de engañar al cónyuge, se trata de un dolo. Ahora bien, un matrimonio contraído con dolo es nulo según la ley civil y la Iglesia.

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