De todas las artes, la música es probablemente la que más emociones –y más rápido– despierta. Puede arrastrarnos a las lágrimas o a la euforia. Numerosos guerreros de distintas culturas de todos los tiempos han entrado en combate cantando o enardecidos por melodías bélicas. Los directores de cine nos manipulan con ella. Y los neurocientíficos han descubierto que provoca en el cerebro descargas de dopamina, el neurotransmisor al que se ha llamado “el mensajero del placer”, al igual que lo hacen el sexo o la comida.
Pero, entre sus poderosos efectos, ¿figura el de hacernos más productivos?
Sí, según un estudio elaborado por Kathleen R. Keeler, estudiante de doctorado en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia (Estados Unidos), y José M. Cortina, profesor de la Escuela de Negocios de esa Institución. Pero no vale cualquier tipo de composición. Este dúo de investigadores ha investigado la relación entre las características de la música –volumen, si se conoce o no, la letra…– y el rendimiento laboral.
El trabajo de Keeler y Cortina concluye que, además de mejorar la productividad, la música hace más felices a los trabajadores. Su estudio se basa en composiciones concretas y su influencia en los empleados con distintos trabajos: de oficina, manuales, repetitivos o creativos…
Por ejemplo, More than a feeling, un conocido éxito del grupo Boston, parece funcionar como fondo idóneo para tareas sencillas. Let it be, de los Beatles, sería una composición apropiada para quien necesite centrarse en asuntos más difíciles, como planificar o resolver problemas que requieren razonamientos complejos. La explicación es que el estilo de esta famosa composición favorece la flexibilidad cognitiva y la memoria.
Canciones más movidas, como Paint it black, de los Rolling Stones, resultan ideales para tareas simples y rutinarias que requieren un ritmo alto de ejecución, y poner a tope la atención ejecutiva y la capacidad de control: los trabajos repetitivos pueden dificultar la concentración, dada su naturaleza aburrida, y una música rítmica que ayude a concentrarse puede evitar los despistes.
Una de las composiciones analizadas en este trabajo es el tema principal de la banda sonora de En busca del arca perdida. Su dinamismo transmite una energía que puede transformarse en un mayor volumen de trabajo completado en menos tiempo. Según Cortina, “la música con características diferentes tiene distintos efectos en las emociones y la fisiología, que afectan a la capacidad de atención”.

